La tendencia a la depreciación del Real cambia una fase de más de una década de ortodoxia monetaria en Brasil. Paradójicamente, en momentos en que el gobierno brasileño encara un política fiscal hacia el ajuste presupuestario, encarado por el ministro neoliberal Joaquín Levy. A este escenario complejo se suma la difícil situación política que atraviesa el gobierno de Dilma Rousseff, que con acusaciones de corrupción, pérdida de aliados políticas y desplome de su imagen, podría profundizar la desvalorización de su moneda.
Si bien durante la semana se anunció una reducción del 1,1% al 0,5% del PIB de la meta de superávit operativo de recaudación y gastos, a fin de recaudar fondos para el pago de los intereses de deuda, esto provocó la reacción de los inversores financieros, dejando a las consultoras al borde de calificar como bonos de riesgo a los títulos de ese país.
No obstante, la desvalorización del real podría ser un respiro al estrangulamiento fiscal que está generando la presión financiera. Atento a que el efecto inmediato es la reducción de la demanda de importaciones por una suba de precios y la mejora de la competitividad de las exportaciones brasileñas, dado a que en el giganta sudamericano su estructura de precios no está anclada al dólar, y por lo tanto no se produce un efecto inflacionario directo, con lo que la suba de precios es menor a la depreciación de la moneda.
Desde el 24 de julio de 2014, cuando el dólar cotizaba a 2,22 reales, al viernes pasado en que la relación cerró a 3,34 reales, se observa un 33% de depreciación anual y un acumulado del 26,4% en 2015, cerrando a un nivel interanual del 50 por ciento. La mejora de competitividad se observa con la contracara de una inflación moderada, que fue del 6% en diciembre de 2014 y alcanza al 8,9% en junio de este año.
Así, la economía brasileña está revirtiendo un déficit de la balanza comercial que alcanzó 4400 millones de dólares en 2014 para dar un resultado positivo en el primer semestre de 2015 de unos 2200 millones de dólares. Según estimaciones del ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Armando Monteiro Neto, se espera lograr unos 10 mil millones de dólares de superávit. Para esto, la gestión de Rousseff intenta acoplarse a la recuperación de Estados Unidos, principal destino de las manufacturas del país, y a la dinámica de los países de la Cuenca del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) para los que impulsa acuerdos comerciales.
Sin embargo, esta política afecta la relación con Argentina, porque si bien su socio estratégico en el Mercosur estaría depreciando a la par su moneda, lo hace en un ritmo menor, porque el dólar oficial, que el 24 de julio de 2014 cotizaba a $ 8,12, trepó as $ 9,17 el viernes pasado, acumulando un 12,9%. A su vez, la inflación interanual oficial que se ubica en el 15%, aunque según otras estimaciones se acercaría a más del 20%, lleva a una tendencia de encarecimiento de los productos argentinos para el mercado brasileño. Por eso, la depreciación del Real está poniendo en alerta a los equipos económicos en Argentina, que intentaran reducir efectos en pleno proceso electoral.