domingo, 10 de mayo de 2009

Rol histórico del Partido dos Trabalhadores y perspectivas de la era poslula


Ricardo Romero

Politólogo UBA Posgrado

Economía Brasileña UNSAM

Miembro Fundador Red Argentina de

Ciencia Política Mariano Moreno



Este trabajo intenta exponer algunos ejes para el análisis y visualizar cuál es la perspectiva del Gobierno de Lula, teniendo presente que la naturaleza dice que: “Tras el diluvio, siempre sale el sol”, pero para no será nada fácil superar la crisis, es un desafío del PT para vivir una nueva primavera.
Importancia sociopolítica del Milagre

A partir del golpe militar iniciado en 1964, se sucederían una serie de gobiernos autoritarios hasta 1985, formados por militares, administradores tecnocráticos y políticos de vieja línea que se orientaban a la construcción de un Estado organizado con criterios de eficacia administrativa, que asegurase a expertos profesionales un lugar importante en la toma de decisiones. Comenta Halperín Donghi: “... ese Estado era expresión política del entendimiento de la elite militar, la empresa nacional y las firmas trasnacionales que han de tener un papel principal en esa etapa industrializadora...”. [1]

Si bien el golpe terminó la última expresión populista de la era varguista, en términos políticos, el gobierno se apoyaba sobre la base de la industrialización que ese período le dejaba. Hacia 1964, la industria brasileña no podía consolidarse por no ser hegemónica en la estructura económica. Sería recién con el “milagro brasileño” de 1967-73, cuando el Brasil con su expansión industrial colocaría a la industria como principal sector de la economía, siendo esto un rasgo sustancial que lo diferencia con el resto de los países de la región.[2]

En especial Argentina que, como señaló anteriormente, abandonaría un proyecto de industria autónoma bajo la dictadura de 1976. Brasil tuvo que encarar un proceso similar al de nuestro país, a partir de 1968, pero por el contrario, con una fuerte represión, encauzó las estructuras sociales acomodándolas a una moderna economía industrial.[3]

La diferencia marcada de este crecimiento que se abrirá a finales de los ‘60, residirá en que la producción estará orientada al mercado externo y los incentivos fiscales fortalecerían esta perspectiva.[4] La nueva política económica reorientaba las tasas de interés, creando un mercado de capitales, que al reducir y fijar los salarios por ley, eliminando la participación sindical en la estructura del poder político, facilitaría este proceso. Junto a ella se desplegará un legislación favorable a la expansión interna de las empresas transnacionales, el masivo ingreso de capitales y tecnología, suministrada por la Tercera Revolución Industrial.[5] Cabe destacar que el crecimiento de este período se desarrolla con un plan de estabilización antinflacionario que luego será modelo en la región.[6]

Sería el llamado milagre brasileño lo que le permitiría a este país crecer al 10 % anual en el período 1968-1973, implicando un crecimiento industrial y una alta de urbanización, modificando las estructuras sociales y el Estado.[7] Además, esto le daría una dinámica de acumulación endógena de capital a la vieja oligarquía cafetalera que reorientaría sus intereses hacia la actividad industrial, propiciando esta expansión económica.[8]

La crisis financiera internacional es la que pondrá en jaque el crecimiento brasileño. Así, Brasil encuentra dificultades externas para su desarrollo que agravarían la situación interna. Los principales problemas externos serán: obtener el financiamiento de capital y el aprovisionamiento de tecnología en un mercado internacional adverso por la crisis del petróleo.[9] El retardo en la fase expansiva debe buscarse en factores externos que impactaron al interior de la economía doméstica, en especial, la crisis que vivía la economía norteamericana.[10] Aunque el economista Paul Singer señala que el “Milagre” había alcanzado su fase alta de expansión en el momento de la crisis internacional. [11]

Contrario a las recetas de ajustes ortodoxas, el gobierno militar, ahora encabezado por Geisel implementó un II Plan Nacional de Desarrollo (entendiendo que el primero lo había implementado Médici[12]), el mismo se orientó a llevar una política expansiva que si bien recuperaron el crecimiento, llevarían a una inestabilidad financiera y fiscal que se haría sentir en la década del ‘80. A pesar de estas dificultades, la tasa promedio de crecimiento de esta década sería casi del 7%.

Sólo con la crisis de la Deuda en 1982, la economía brasileña entrará recurrentemente en procesos recesivos, momentos en que el país vivía su proceso de transición democrática, iniciado hacia 1978, por la creciente disconformidad social y la reorganización de las fuerzas políticas. Siendo destacable la formación de un poderoso movimiento obrero centrado en la ABC de San Pablo que delimitará las raíces del actual Partido dos Trabalhadores.[13]

A las altas tasas interés provacadas por la política restrictiva de la Reserva Federal norteamericana, se le sumaran la caída de los precios internacionales y la pérdida de los términos de intercambio, mecanismo que desestabilizaran las economías latinoamericanas.[14] Este cuadro se agravará con la presión de los organismos internacionales para el pago de la Deuda Externa.

Si bien el ministro de planeación Simonsen intentó un plan ortodoxo, entendido como ajuste fiscal y monetario, frente a la crisis, éste no encontró consenso en las clases dominantes renunciando y dejando su lugar a Delfim Netto, quien siguió una política expansionista que incluía considerables aumentos salariales, una reducción de las tasas de interés y una fuerte devaluación. Esta vez, el efecto de estás políticas sólo aceleró la inflación.[15] Luego de la estanflación Brasil que sufre en los años ‘80, la prioridad ya no sería recuperar el crecimiento sino estabilizar la economía.

La crisis económica profundizaba la debilidad de la dictadura. Si bien el ARENA había ganado las elecciones, su base electoral se centraba en los sectores conservadores del nordeste y las zonas rurales, siendo el gobierno de Figueiredo más débil que sus antecesores. Esta situación precipitaría el alejamiento de los militares del poder. Si bien los resultados económicos de ésta fase económica resultaban alentadores en términos de crecimiento, en lo que respecta a la distribución, la sociedad brasileña agudizaba las desigualdades en la distribución, generando una desigualdad profunda, entre un sector que vivía con parámetros de Bélgica y otro con los niveles de vida de la India. [16]

Primavera: Democratización y surgimiento del PT

Durante la década del ‘80, Brasil como la mayoría de los países de la región, experimentó su transición democrática. En la apertura política se fueron configurando los partidos políticos con la particularidad que sólo el PDT[17] de Brizola (recordemos que Ivete Vargas se quedó con el sello legal del PTB, tenía referencia a la estructura de partidos predictadura. [18] Es importante comprender esto para ver la ruptura del PT con el sindicalismo varguista e incluso con el “pelenguismo”. El PT nace de la nueva estructuración social del Brasil posmilagre.[19]

Las elecciones indirectas fueron ganadas por Tancredo Neves representante de la Alianza Democrática que reunía al tradicional PMDB[20] y grupos disidentes del PDS[21] (encabezados por José Sarney formando el Partido del Frente Liberal), convirtiéndose en el primer presidente civil elegido (por voto indirecto) después de 21 años de dictadura. T. Neves no pudo asumir debido a una seria enfermedad que le costó la vida. José Sarney, su vicepresidente (proveniente del PDS), tomó su lugar desde 1985 hasta 1990.

El gobierno implementó el Plan Cruzado, combinación de políticas económicas que establecían una reforma monetaria con cambio de moneda, congelación de precios, ajustes salariales e indexación, que obtuvo un efecto expansivo por corto tiempo, pero no lograron contener la inflación, que será un condicionante para su fracaso en los años ‘90 abriendo paso a un nuevo marco económico.[22] La economía brasileña durante toda la década del ‘80 no logrará alcanzar el performance conseguido durante los años ‘70, frente al ritmo de crecimiento de un 8% del PBI, un 2,6% de la población y un 6,2% del PBI per cápita en la fase 1970-79. Sólo se logrará, con fuertes oscilaciones, un 2% de crecimiento del PBI, un 1,9% en la población y un magro 0.10% del PBI per cápita.[23]

Este cuadro cuestionaba la base de legitimación de las elites tradicionales, que perdían fuerza electoral frente al crecimiento del Partido de los Trabajadores, que desde la disputa presidencial en 1983, pidiendo la enmienda para permitir las elecciones directas, el PT organizaba grandes manifestaciones en las principales ciudades del Brasil, en un movimiento conocido como Diretas Já. Al no conseguir su objetivo el PT decide no presentar candidato, pero desde ese momento participa en la vida política del Brasil, siendo en la actualidad la segunda fuerza política del país.[24] El gobierno de Sarney convocó a una Constituyente en 1988 que se encargó de instaurar la elección directa y en la misma se consagraron importante derechos políticos y sociales, incluso estratégicos, como prohibir la venta de las empresas públicas como Petrobras.

La capacidad de acción política del PT y su base social en el ABC metalúrgico, le permite ganar el municipio de Diadema en 1982 y además conseguir las ciudades de San Pablo, Porto Alegre y Victoria en 1988. Esto será un elemento que catapultará al PT a la disputa en la elección presidencial con la candidatura de Lula en 1989, quien había sido candidato a gobernador el año anterior, logrando entrar en el par que participó en la segunda vuelta, perdiendo por escasa cantidad de votos frente a Collor de Mello candidato del Partido de Reconversión Nacional.[25]

La gestión de Collor de Melo pronto se encontró con el cerco parlamentario y la movilización social que articuló un frente que mediante un Impeachment lo destituyó, quedando la presidencia en manos de Itamar Franco del PMDB. En el equipo económico se encontraba Fernando Enrique Cardoso del PSDB[26], un intelectual reconocido por sus teorías sobre dependencia económica en los ‘60.
Verano: ingreso del Brasil al Neoliberalismo

Los cambios políticos acaecidos por la caída de Collor, perfilaron al PT y su candidato Lula Da Silva hacia la presidencia de la República, frente a un gobierno que no lograba controlar la economía. Cuando toda la dirigencia política se aprestaba acondicionarse a un eventual gobierno petista, el ministro de hacienda implementó un programa económico que logró estabilizar la economía brasileña, encuadrándola a las nuevas tendencias neoliberales experimentadas en los países centrales y adoptadas por Argentina en 1991.

De esta forma un representante de organismos financieros, como Sebastian Edwards anuncia el fracaso definitivo de los modelos económicos setentistas y vocifera la victoria de lo que él llama “nuevo consenso económico”.[27] Sostiene Edwards que un modelo caracterizado por un proteccionismo excesivo y controles gubernamentales generalizados, que fomentaron la actividad rentistica, sumado a una estructura fiscal regresiva, una tendencia inflacionaria y sin estrategia hacia las exportaciones se mostró insostenible ante los cambios producidos en el escenario mundial. La “Crisis de la Deuda” y el fracaso de los planes “heterodoxos” tuvieron un papel importante en la reorientación económica latinoamericana. [28]

A mediados de los ‘80 los distintos países afrontaron la situación con programas de estabilización que combinaban una reforma monetaria y políticas de ingresos. Estas medidas tendían a fortalecer la presencia del Estado. El fracaso de los programas neoestructuralistas es lo que contribuyó al cambio del pensamiento económico latinoamericano, ahora la nueva moda es, un modelo basado en la competencia, el mercado y la apertura, además se redefine el papel del Estado.

Todo esto era vociferado por una serie de políticos que, como Menem o Andrés Pérez replanteaban su relación con el populismo. Estos jefes de Estado estaban acompañados por una serie de economistas como Domingo Cavallo o Pedro Aspe, que organizaron las economías latinoamericanas bajo la nueva ejida económica del “nuevo consenso”[29], que se caracteriza por reducir la inflación con un fuerte ajuste fiscal, la apertura hacia el comercio exterior y una reducción de la intervención del Estado. Esto se encaró a través de reformas fiscales, monetarias, comerciales y laborales, acompañada por privatizaciones de empresas públicas.[30]

La implementación del Plan Real para estabilizar la economía llevó a la victoria a Cardoso en primera vuelta. El prestigio de Cardoso y los primeros efectos de su plan económico hicieron que se perfilara como el candidato de una coalición de derecha que enfrentó al frente de izquierda, que llevaba la candidatura de Lula. Cardoso se presentó en la campaña como idealizador del Plan Real. Su programa se basaba en la estabilización de la moneda y la reforma de la Constitución. Concurrió con el apoyo del gobierno y de una alianza formada por el Partido de la Social Democracia Brasileña, al cual pertenecía Cardoso y orientación de centro izquierda, y el Partido del Frente Liberal (PFL) de derecha. Ganó la presidencia en primera vuelta derrotando al Frente de izquierda liderado por Lula.

La economía brasileña alcanzó su deseada estabilidad, y logró ritmos de crecimiento acelerados que legitimaron un reforma constitucional, con varios sobresaltos, pero que permitió habilitar la reelección de Fernando Enrique Cardoso quien en las elecciones de 1998 venció al frente llamado Unión de Pueblo Cambia Brasil, formada por el PT, el PDT (con su líder Brizola como candidato a la vicepresidencia), el PCB, el PCdeB y el Partido Socialista Brasileño (PSB).

El presidente Fernando Henrique Cardoso presenta al Plan Real como su principal logro de gobierno, incluso la crisis asiática que parecía jaquear el programa, fortaleció al mandatario permitiéndole un nuevo mandato. Sin duda, al analizar los índices de inflación vemos una reducción considerable, por ejemplo el Índice Nacional de Precios al Consumidor, que estaba alrededor del 48,24% en junio de 1994 descendió al 2,18% en junio de 1995[31], dan una base de legitimidad, sumándole el crecimiento que experimentó la economía brasileña en su PBI que creció a una tasa promedio del 4,1 % , su población al 1,3% anual y el PBI per capita al 2,8%.[32]

Sin embargo, si bien estos datos son satisfactorios frente al rendimiento económico del período 1980-1993, que como señaláramos más arriba, sólo creció un 2% su PBI un 1,9% su Población y un 0.10% el PBI per cápita, pero no alcanzan ni remotamente los niveles logrados en los ‘70, (8,8% PBI, 2,,6% Pob. y 6,02% PBI per capita), y ni siquiera se acerca a los niveles del período 1960-69, donde fueron 6,1% PBI, 2,9% Pob. y 3,09% PBI per cápita.[33]Lo más sorprendente aún, es que el Plan Real ni siquiera logró alcanzar los niveles de crecimiento económicos del Plan Cruzado, si observamos que la economía brasileña creció a tasa superiores al 5% en la fase 1984-1987, corriendo igual suerte el PBI per cápita.[34]

Como vemos en los datos, la performance de crecimiento en el Plan Real no alcanzó a recuperar al Brasil del Milagro. Pero cabe alertar que la victoria política del mismo no se debe solamente a haber vencido la inflación sino que integró al Brasil a las nuevas tendencias del mercado mundial descriptas anteriormente. El cambio de orientación lo plantea el mismo Fernando Henrique Cardoso al sostener “...la teoría de la dependencia, del Centro-Periferia, son teorías de la explotación y aquí ahora hay sectores del mundo que están flotando, sin ser explotadas...”[35] En cierta medida ya no se trata de desarrollarse creciendo, sino integrarse a lo nuevos cambios buscando ser explotados?!.

El resultado de la nueva política económica que subordina el crecimiento económico del Brasil al mercado internacional, deja un cuadro sombrío en el sector externo, que se expresó en un incremento de las importaciones, que provocó un desajuste en la Balanza Comercial que pasó de un superávit de U$S 13,3 billones en 1993 a un déficit de U$S 5 billones a 1996, sumándose al déficit en la Cuenta Corriente, que asciende a U$S 24,3 billones que equivale al 3,24 del PBI y al 57% de las exportaciones. Para financiar estos desequilibrios el gobierno necesita U$S 54 billones, lo que representa un 7% del PBI y un 94% del total de las reservas.[36]

El precario equilibrio macroeconómico del Brasil se hizo sentir en la Crisis Asiática, que elevó las tasas de interés provocando fugas de reservas y crisis fiscal. Como resultado de esto, Brasil se comprometió a un duro Plan con el FMI que incluye recortes presupuestarios de U$S 7 billones promedio en los años 1999-2001 y reformas en el régimen fiscal y de pensiones.[37]

A pesar del sombrío cuadro económico, Fernando Henrique Cardoso salió victorioso de la contienda electoral, siendo el primer mandatario reelecto del Brasil. La Folha de S. Paulo lo sintetizó así: “...A crise econômica perjudicou o presidente Fernando Henrique Cardoso, mas ajudou o candidato Fernando Henrique Cardoso..”.[38] Así, los brasileños por el miedo a una crisis mayor decidieron apoyar al jefe de Estado en las elecciones presidenciales de 1998.[39]

Quizás no fue solamente el miedo a la crisis el producto de este resultado electoral, debido a que el Plan Real logró beneficiar a los sectores populares, debido a que la estabilidad monetaria fijó un nivel de salarios que la inflación tendía a deteriorar, como la misma Maria da Conceição Tavares reconoce que sucedió en el primer año del programa.[40] Pero el Plan Real tuvo sus efectos sociales, que modificaron las estructuras socioeconómicas del país. Si observamos las estadísticas brasileñas, encontramos que el nivel de trabajadores asalariados, que era del 64% de la PEA en 1989, descendió al 58,8% en 1996, creciendo en sentido inverso la subocupación, que pasó del 31,8% al 37,7% respectivamente. Sin dejar de notar en el ‘89 encontramos un desempleo casi friccional del 3% y en el ‘96 alcanza el 7,2%.[41] Lo grave de este proceso es que la política macroeconómica que se aplica lleva a la destrucción de partes significativas de la estructura productiva y del empleo sin establecer una nueva base de desarrollo que genere nuevos puestos de trabajo.[42]

Incluso, el ABC metalúrgico, en el cuál el PT tiene sus raíces, está sufriendo esta transformación, la distribución de los empleados industriales pasó a ser del 52% en 1989, al 43% en 1992, precipitándose al 35% en 1995, elevando la participación del sector servicios que pasó del 36% en el ‘89 representando el 49% en la actualidad.[43] Esta situación obliga a replantear las estrategias políticas tanto a nivel sindical como partidario.[44] Afirma Singer antes que de desempleo, prefiere hablar de precarización de la fuerza de trabajo, en el cuál se pierden las relaciones laborales estables para adoptar nuevas formas de cuenta propismo vinculado a la política empresaria que tiende a absorber a los sectores medios que están adecuados a esta nueva forma de trabajo.[45] La desestructuración de la sociedad genera diversas expresiones sociales que se articulan, en algunos casos, organizativamente, como el caso del Movimiento de los Sin Tierra, que con un total de 145.712 familias en 1564 asentamientos canaliza un reclamo de justicia social por la propiedad de la tierra para producir. [46]

Sobre el que debería prestarse atención también, es el movimiento estudiantil, que a diferencia de otros, este sector de la sociedad es absorbido constantemente por esta nueva modalidad del capitalismo, que demanda fuerza de trabajo altamente cualificada pero con salarios y relaciones laborales totalmente precarizadas. Los universitarios latinoamericanos tienen un acervo político que preocupa a los organismos internacionales[47], donde se atacan las tradiciones reformistas de los estudiantes del continente. En ese sentido, el movimiento estudiantil brasileño representa a una masa de 2 millones de jóvenes, con una organización de 65 años de vida que se presenta como un sujeto social que participa en la vida política del país, como en el Impeachment a Collor.[48]

Otoño: construyendo una propuesta

Cual es el significado del crecimiento político del Partido dos Trabalhadores do Brasil?. Como lo afirma Marco Aurelio García, afirma que como Brasil es un país desarrollado con una capacidad de inserción social y los conflictos de un país desarrollado. En este sentido, plantea una comparación del PT con el PSDAlemán a principios de siglo. La fuerte industrialización 1980 tiene los mismos objetivos que la socialdemocracia tras industrialización bismarckiana con la búsqueda de una igualdad económica.

Además, los cambios estructurales que el boom demográfico generó, con concentración en San Pablo de 32 millones de habitantes, tienen implicancias en lo social. Permite ver un antes y después en SP, generando una burguesía y un proletariado concentrado en el ABC que quiebra el sindicalismo tradicional. Una ruptura con la tradición populista, centralizada en el varguismo y la formación de una nueva dinámica del movimiento obrero, permitiendo la formación de la CUT, sujeto social principal para la formación del Partido dos Trabalhadores. Así mismo, las transformaciones en el agro brasileño generaron un campesinado que reclama sus tierras, el MST. Así, a partir de las Diretas Já y la Constituyente, el PT logró articular las demandas de los diversos sectores sociales que pedían garantizar los derechos que el capitalismo tardío brasileño dejó pendiente.

De ahí, también el PT fue construyendo su “modo petista de gobernar”. Desde que en 1982 gana Diadema en el conurbano paulista: su primer gestión. Que no fue la más exitosa, allí percibieron que con la honestidad no alcanza que se necesitaba algo más: la perdieron. La pregunta que les surgió fue: Que es un gobierno popular. Construyeron un poder a partir de las Asambleas: una gestión participativa, es así como gobiernan desde 1989 Porto Alegre, habiéndose convertido en icono para la izquierda latinoamericana.[49] Desde 1996 se toma como eje programático el Presupuesto Participativo.[50] La gestión pública se desarrolla abiertamente con la ciudadanía. Dependiendo los niveles de soberanía de aplicación, avanzando hacia un proceso de Democracia Participativa. Es su forma de gobernar.

Estos ejes políticos buscan redinamizar la Sociedad Civil y el Estado generando nuevas prácticas políticas, donde la ciudadanía no se agota en vota. Genera espacios de discusión y decisión e inclusive mecanismos de cogestión y autoorganización económica que reconfigura la ciudadanía. Este es el punto esencial de la economía solidaria y el Programa FOME ZERO. Simplemente buscando un Brasil más decente.

Sin embargo quisiese reflexionar sobre la hipótesis propuesta y su vigencia. El planteo básico estaba en que Brasil tiene la capacidad de eliminar el hambre y garantizar el derecho de ciudadanía de sus habitantes, la riqueza está, el problema es político. La estrategia en los primeros meses del gobierno de Lula fue generar una alianza industrialista que genere una modernización del total de Brasil, recuperando el crecimiento económico. Sin embargo, erró la receta. Confió en una reacción de mercado y no generó un mecanismo de reactivación con el Estado, cambiar hacia ese rumbo es el desafío.

Tampoco se invalida la idea de esperanza del título del trabajo, la transformación y construcción del proyecto petista no depende sólo de ganar o perder una elección. Sino de construir poder popular. En este sentido, tanto el desarrollo del programa Fome Zero como los mecanismos de desarrollo participatorio que están diseñando Olivio Dutra (Ministro de Ciudades), Tarso Genro (Sec. Relaciones Institucionales) y Miguel Rossetto (Ministro de Agricultura), tienden a buscar reconstruir la ciudadanía. El neoliberalismo desarticuló la Sociedad Civil y debilitó al Estado, reconstruir estas esferas es parte del programa político del Partido dos Trabalhadores. Además, en este mundo globalizado, el PT debe buscar marcos estratégicos de alianzas políticas y acuerdos comerciales que permitan redinamizar la industria brasileña, base esencial para garantizar los derechos ciudadanos en Brasil.

Invierno, de nuevo invierno: el PT en el Gobierno

Superando el frío sepulcral de la dictadura, el Partido dos Trabalhadores nacía con un espíritu primaveral. Siendo la expresión de luchas sociales: como las huelgas obreras del ABC paulista desarrolladas por la CUT, las movilizaciones estudiantiles de la UNE, la disputa por la tierra del MST y las diferentes demandas de las mujeres, negros, jóvenes, indígenas y excluidos de Brasil, primero en las Diretas Ja y luego en la Constituyente de 1988, su primer estación estaría marcada por acompañar la reivindicación de las clases populares por sus derechos.

En plena caída del Muro de Berlín, el PT disputaba la presidencia de la República y ganaba Porto Alegre. Una ciudad que se convertiría en la base de su proyecto de Democracia Participativa. Dejaba de ser un partido de clases para convertirse en uno de masas, capaz de gestionar el Estado y generar cambios con la participación popular. Seria una nueva estación, un período estival de construcción social y política que priorizaba la gestión local y la ciudadanización de grandes masas sociales.

Luego de cuatro intentos, el PT lograría poner en la presidencia de la República a un tornero mecánico. Sin embargo, acorde a un clima otoñal, comenzaba a enfriar sus propuestas políticas, convirtiéndose así en un partido programático. El proyecto petista buscó lograr una coalición con el empresariado para modernizar el resto del país, sustentado en la redistribución para mejorar las condiciones sociales de los brasileños, sintetizado en el programa Fome Zero. Pero, no logró superar la resistencia de las oligarquías nordestinas y la presión de capital financiero.

Entrando a un crudo invierno, paulatinamente el PT asumiría el rol de “partido de Estado”. De esta forma, adoptó el proyecto de inserción internacional de las clases dominantes y sus prácticas para mantener la gestión pública. La “mensualidad” a los parlamentarios, no es más que un mecanismo para ejecutar el programa de gobierno. Así, los ideales de transformación quedaron subsumidos al pragmatismo neoliberal. La tempestad que golpea al PT, expresa el fracaso de la propuesta de los sectores dirigidos por Dirceu y Genoino.

Sin embargo, no todo esta perdido. Un dato relevante, es la renuncia de todos los dirigentes comprometidos y la rearticulación de los sectores de izquierda en el PT, que se pusieron como horizonte disputar la conducción partidaria. “Para la crisis del PT, más PT” es el lema que moviliza a las bases militantes para recuperar un instrumento de lucha que construyeron con sacrificio. La pregunta es: ¿el Partido dos Trabalhadores está en condiciones de generar una propuesta política con sustento popular o el gobierno de Lula está condenado a la inercia de la gobernabilidad neoliberal?.



Era Post Lula: Brasil también se vestiría de Mujer?

“La esperanza venció al miedo” fueron las palabras del tornero mecánico devenido en Presidente de la República. Con esa idea, Lula pretendía marcar un nuevo tiempo histórico, así como el “fico”, la “República” o el “Petróleo e nosso” marcaron grandes consensos nacionales en Brasil, en su sintetizaría en su discurso de asunción, buscaría al “Fome Zero” como un eje aglutinador de consensos.

Así, la gestión de Lula se concentró en recuperar el crecimiento económico, pero si bien muchos esperaban un viraje de la línea neoliberal que llevaban sus predecesores (Collor, Franco y FHC), Lula se encuadró en la visión neoclásica y se subordinó a los imperativos del mercado, a través de altas tasas e independencia del Banco Central.

Desde la perspectiva macro económica, se centra la acción en el intento de privilegiar la reactivación a partir de "incentivar" la inversión. Es verdad, parecería seguir la lógica de los noventa. Sin embargo, cabe destacar que el programa con el cuál asume Lula, se basaba en un desarrollismo industrialista, que básicamente quería generar un progreso inclusivo. De hecho, cuando la derecha generaba inestabilidad, Lula saca una "carta ao povo brasileiro" en la cual se comprometía a cierta continuidad.

Existe un error en considerar las expectativas en Lula como el programa que no ejecutó. De criticar, tenemos que ver cuánta maniobrabilidad tenía Lula para generar un cambio de dirección de las políticas neoliberales. Y en todo caso, porqué los sectores que se fueron por izquierda, no logran superar el 10% del electorado, si es que expresa algo los porcentajes de la democracia burguesa. En un sentido crítico, lo que se puede decir de Lula es que no tuvo capacidad de articular su programa con un compromiso con la burguesía, algo que constantemente expuso como su programa.

Sin embargo,sería bueno repensar esa idea, porque en el marco de los programas sociales la idea de populismo regresivo es cuestionable en medida de ver la universalización que tienen los programas que se aplican en Brasil. Cómo puede ser que el PT gana en el abandonado nordeste, incluso con el 80 por ciento en segunda vuelta?, eso es sólo el clientelismo estatal?. o no hay que pensar que el Estado también esta llegando a sectores sociales que durante siglos no tuvieron ciudadanía en Brasil?. Incluso, sería interesante ver la aplicación de cupos que está impulsando el gobierno, donde los pobres y afrodescendientes tendrán acceso a la educación superior, un derecho que en Brasil esta vedado para la mayoría.
Creo que la visión economicista coloca en el cortoplacismo pragmático la idea de un socialismo automático, sin ver las dinámicas sociales que pueden articular la construcción de proyectos, y se quedan solos sin respaldo social. Debemos tener presente que el proceso de transformación en Brasil no se detiene, y que de la dinámica social depende los avances que puedan generarse para una etapa superior al gobierno de Lula. De hecho, el debate por la sucesión marca hacia donde puede ir el proyecto socialista del PT.
En ese sentido, es interesante analizar los escenarios que se abren para un tercer mandato del Frente Popular (alianza que sustenta a Lula). La primera, es que surja un candidato de la coalición, como Ciro Gomes, quien expresaría una continuidad prolija de la política lulista. Otra posibilidad es la propuesta de un candidato propio del PT, aunque el debate estaría en ver si es del ala gobernante, que podrían ser Marta Suplicy o Tarso Genro; o una variante de cambio, donde la candidatura de Dilma Rousseff podría significar un avance hacia un programa socialista, punto que en Brasil tiene que seguir avanzando.
La esperanza brasileña aún tiene posibilidades de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, y existen condiciones para prosperar en ese sentido. Las elecciones de octubre próximo, comenzará a perfilarse el camino que transitará la era post Lula, donde resultan clave recuperar bastiones perdidos como la Ciudad de Porto Alegre, para marcar el paso hacia una propuesta que aún hacen brillar a una estrella.


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[1] HALPERIN DONGHI, Historia de América Latina, Alianza, 16 edic., Bs. As. 2001.

[2] Cfr Conceçâo Tavares e Luiz Gonzaga de Mello Belluzo, “Notas sobre o processo de industrializaçâo recente no Brasil”, en Desemvolvimiento capitalista no brasil, AAVV, Brasilense, Sao Paulo, 1982, 122 y ss.

[3] CANO, Wilson, “Reflexôes para uma política de resgate do atraso social e produtivo do Brasil na década de 1990.”, en Reflexôes sobre o Brasil e a nova (des)ordem internacional, UNICAMP, San Pablo, Brasil, 1995, 4 edic., p. 21 y ss.

[4] SINGER, Paul, “Interpretación del Brasil: Una experiencia histórica de crecimiento”, en Contreras y otros, Perfil del Brasil comtemporáneo, UNAM, México, 1987, p. 186.

[5] BACHA, Edmar, “Algunos problemas del crecimiento económico brasileño”, El milagro y la crisis, FCE, México, 1986.

[6] Corrêa do Lago Luiz Aranha, “A retomada do crescimeintoe as distorçôes do Milagre”, en VVAA, A ordem do progresso, Campus, Brasil, 1997, 6º edic., p. 233 y ss.

[7] Do VALLE E SILVA Nelson, “la Sociedad”, en JAGUARIBE, Helio (comp), La sociedad, el Estado y lo partidos en la actualidad brasileña, FCE, México, 1992, pp.71 y ss.

[8] CARDOSO DE MELLO, João, O capitalismo Tardío. Unicamp.

[9] CANO Wilson, reflexôes sobre o Brasil e a nova (des)ordem internacional, UNICAMP, Brasil, 4 Edic., 1997, p. 27 y ss.

[10]COUTINHO, G. Luciano y GONZAGA de MELLO BELLEZZO, Luiz, “Estado, Sistema Financeiro e forma de Manifestação”, en Desenvolvimiento capitalista no Brasil, Brasilense, San Pablo, 1982, pp.9 yss.

[11]SINGER, Paul, “As contradiçöes do Milagre”, en KRISCHKE, Paulo, Brasil de “Milagre” á “Abertura”, Cortez, São Paulo, 1983, pp. 5 y ss.

[12] CASTRP. Celso y D’ARAUJO, María Celina, Ernesto Geisel, F. Getulio Vargas, 1997, p. 289.

[13] Cfr. JEFFERSON, José da Conceição, “ABC:

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Balance crítico de los gobiernos post-neoliberales en América Latina

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Conversatorio en la UBA

Balance crítico de los gobiernos post neoliberales en América latina

El politólogo brasileño Emir Sader presentó su libro Lula-Dilma, 10 años de gobiernos post-neoliberales y dialogó con Miradas al Sur sobre las realidades actuales y las posibilidades de cambios profundos en los países de la región.

Balance crítico de los gobiernos post neoliberales en América latina

Cada tanto, el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, como modalidad de trabajo realiza lo que llaman “conversatorios”, donde invitan a importante intelectuales para charlar con los investigadores de esa casa de estudios y reflexionar sobre temas de coyuntura. En esta ocasión, convido al Profesor Emir Sader, politólogo brasileño, vinculado al Partido de los Trabajadores y el Movimiento de los Sin Tierra, ex secretario ejecutivo de Clacso y actual Profesor en la Universidad de San Pablo y Río de Janeiro.
En un ambiente más que agradable, con medialunas y café, en una salita pequeña pero colmada con una treintena de investigadores del instituto, tras la presentación de Carolina Mera, directora del Instituto, y la presentación de Julián Rebón, ex director de la casa, Emir Sader comenzó agradeciendo el desayuno y la primavera de Buenos Aires, un elogio para la sonrisa de los participantes, para luego comenzar con la presentación de su trabajo. En esta oportunidad, el intelectual de la izquierda latinoamericana, comenzó con la presentación de su libro Lula-Dilma. 10 años de gobiernos post-neoliberales en Brasil.
Un libro que fue apoyado por el Instituto Lula, donde tuvo la libertad de invitar a 50 diferentes intelectuales para reflexionar sobre los diez años de gobierno del PT, que como casi todos los gobiernos progresistas de América latina, es un gobierno de tipo pragmático y empírico, que a consideración del Emir Sader, avanzó por la línea de menor resistencia y que Lula es la personificación de eso. El libro tiene artículos críticos referidos a temas sobre políticas de medios de comunicación, reforma agraria, medio ambiente, entre otros. Desde su publicación en portugués, en seis meses superó el millón de descargas y ahora se edita en español. (Miradas al Sur dispuso un link para su descarga en portugués, para bajarlo ir a: http://bit.ly/1Ep1EwD.
En primer término, Emir Sader abordó el concepto de post-neoliberalismo, y sostuvo que “es una categoría descriptiva, porque cuando vino el neoliberalismo desconcertó a todos, por la avalancha que traía, por la supuesta modernización de la derecha, por la expansión universal que logró. Algunas personas de la izquierda, con cierta razón, decían que el neoliberalismo era la versión más radical del capitalismo, transforma todo en mercancía, y sólo salimos de eso con el socialismo. Teóricamente podría ser, no es que cerremos el tema, porque la verdad es que el Estado de Bienestar fue un paréntesis en la lógica liberal del capitalismo, el neoliberalismo mercantiliza todo, y sólo se sale con el socialismo. Pero: ¿qué pasa con la correlación de fuerzas?, que no muestra eso, porque el neoliberalismo viene del marco de un retroceso global enorme; para mencionarlo claramente, salimos de un mundo bipolar a uno unipolar, bajo una hegemonía imperial que cambió la correlación de fuerzas, lo que implicó un cambio inmenso, y la victoria de los Estados Unidos no fue sólo una victoria política, sino que fue una victoria ideológica”.
Ampliando el concepto de victoria ideológica, Emir Sader sostuvo: “En la guerra fría había dos interpretaciones del mundo, supuestamente, una que decía que la contradicción fundamental era entre “Socialismo” y “Capitalismo”, personificado en el campo socialista, y la otra que la centraba entre “Democracia y Autoritarismo” que derrotó al totalitarismo Nazi-fascista y ahora derrotaba al estalinismo. Pero en ese marco ellos ganaron, porque como Democracia, quedó la Democracia Liberal, y el capitalismo quedó como la economía. Además, la victoria ideológica monstruosa del modo de vida norteamericano, todo lo que está aparejado con su hegemonía. Además, se agotó un ciclo largo expansivo del capitalismo, lo que para Hobsbawm había sido la era de oro del capitalismo, desde el final de la segunda guerra hasta final de los años setenta, para el ingreso a un ciclo largo recesivo. A su vez, salimos de un modelo hegemónico regulador del bienestar social, keynesiano, a un modelo liberal de mercado. Esos tres factores se conjugan para marcar un retroceso brutal en la correlación de fuerzas a escala mundial; por eso, no basta con plantear una solución socialista, porque no hubo una derrota sólo del modelo soviético, la imagen socialista, del Estado, de la política, de los partidos, de los sindicatos (guack, sonrisas) se han desprestigiado; por lo que el socialismo se debilitó”.
Este escenario provocó un cambio de polaridad, que pasó de Capitalismo-Socialismo a Neoliberalismo-AntiNeoliberalismo, según Sader: “El socialismo salió de la agenda mundial. Se puede hablar de Socialismo del siglo XXI, pero nadie puede decir que en Venezuela hay socialismo. Es un objetivo, como Fidel dijo en 1961 “seremos todos socialistas”, pero lo cierto es que salió de la agenda. Con la irrupción del neoliberalismo el tema actual es consolidación o superación. De ahí el concepto de post-neoliberalismo para gobiernos que están en procesos de superación. Es significativo que en todas las elecciones, las polarizaciones se dan entre gobiernos progresistas posneoliberales y alternativas a derecha, con programas neoliberales. Incluso en Brasil, políticos que salen del gobierno para hacer una oposición pretendidamente de izquierda van rápidamente con la derecha, sea Eduardo Campos, que era socialista, o Marina Silva, que es ecologista, asumen el modelo económico consolidado. Lo que se da es que en la sociedad está anclada la polarización neoliberalismo vs antineoliberalismo. Esa es una realidad, no es la que queremos. Y las fuerzas de ultraizquierda, con el respeto que hay que tener por ellas, no han logrado consolidarse como fuerzas alternativas, pero la idea de que vamos a salir de esto con el socialismo, no agarra apoyo en la sociedad. Esa es la polarización, por eso post-neoliberalismo, para darle un nombre que no significa nada, simplemente algo posterior”.
En definitiva, el post-neoliberalismo es expresado por las actuales gestiones en América latina y tiene elementos que lo diferencia de la etapa anterior. En palabras de Sader: “Los gobiernos progresistas tienen tres elementos en común por lo que se puede decir que han roto con lo esencial del neoliberalismo. En primer lugar, la prioridad no es el ajuste fiscal, son las políticas sociales. Porque tanto Argentina y Brasil están en estancamiento económico, o en crecimiento vegetativo, pero se siguen implementando las políticas sociales, es la prioridad en el continente de América latina, la región más desigual del mundo, por lo que es el tema central nuestro; eso ya cambia radicalmente respecto a los gobiernos neoliberales. En segundo lugar, la prioridad no son los tratados de libre comercio con Estados Unidos, sino que es la integración regional y la relación Sur-Sur, lo también cambia nuestra inserción en el mundo. En tercer lugar, no es la centralidad del mercado, se rescata al Estado como instrumento que induce el crecimiento económico y garantiza derechos sociales. Tres elementos centrales, creo, políticas sociales, alianza regional y rescate del Estado, por lo que en su naturaleza son claramente distintos a los gobiernos neoliberales”.
Si bien los gobiernos de Venezuela, Bolivia o Ecuador pueden tener componentes anticapitalistas, frente a Argentina, Uruguay y Brasil que subyace la lógica antineoliberal, para Emir Sader los mismos pueden considerarse post-neoliberales, porque “consideramos que este concepto, descriptivo, apunta a rasgos y fenómenos sin decir conceptualmente lo que es. Y sí entendemos que decir que es igual a lo que fue el neoliberalismo es equivocado, decir que es más de lo que es, es errado. Porque si bien están en el marco del capitalismo, tienen una lógica opuesta al capital. En Brasil nunca se eligió a alguien contra el mercado, ahora sí, cualquiera sea lo que corresponda a la palabra mercado. Todo el gran empresariado estuvo con la derecha, todo. La Bolsa de Valores, toda con la derecha. Porque la lógica de nuestros países es la distribución de renta. Y este gran empresariado acumula riquezas con la exportación y el consumo agroexterno del mercado, no quieren producir lo que necesitan las nuevas capas emergentes y a su vez demandan gente que tenga recursos para comprar. Esa contradicción, es porque tienen su capital en las manos y la democratización social choca con eso. Por eso hay momentos en que se juegan a invertir y también a realizar boicots políticos al gobierno, quieren seguir ganando plata pero también apuestan a cambiar políticamente”.
Como cierre, Emir Saber expuso las contradicciones de esta nueva etapa y los desafíos que tienen estos gobiernos. Al respecto dijo: “Ellos quieren producir soja o coches, y la especulación financiera para ellos es cara. Además, cuando gobiernos como Brasil, para protegerse del terrorismo inflacionario, sube la tasa de interés les facilita la especulación financiera. Entonces hay una lógica allí donde se gana mucho más en la bolsa de valores que en cualquier inversión productiva. Porque tiene más liquidez, paga menos impuestos, una lógica diabólica, que se fomenta cuando se mantiene la tasa de interés alta. Hay una contradicción ahora que hace que nuestros procesos estén en su límite. Porque no hemos cambiado la estructura de poder más profunda de nuestras sociedades. Avanzamos por la ley de menor resistencia, no hay política social neoliberal por aquí, los tratados de libre comercio en Estados Unidos no tenían buenos antecedentes, no daban grandes perspectivas para la situación regional, y todavía más con la crisis de 2008 no entender al Estado como palanca fundamental de resistencia a la crisis, es una tontería. Lo que implica un avance en ese orden, pero no rompimos con algo fundamental, la hegemonía del capital financiero, porque esta fase de ciclo largo recesivo se profundiza, porque la hegemonía no está en el capital productivo sino en el especulativo. En tanto Reagan sostenía que había que desregular todo, porque hay muchos frenos a la inversión, Marx afirmaba que el capital no está para producir sino para acumular”, síntesis que recibió el aplauso de los investigadores.

Página 13

Pasado el susto,viene el balance

http://sur.infonews.com/nota/9980/pasado-el-susto-viene-el-balance

El frente neodesarrollista está en crisis

domingo, 28 de septiembre de 2014

El frente neodesarrollista está en crisis en Brasil







http://sur.infonews.com/nota/9676/el-frente-neodesarrollista-esta-en-crisis-en-brasil


Entrevista. Armando Boito Jr.

El frente neodesarrollista está en crisis en Brasil

El frente neodesarrollista  está en crisis en Brasil
armando boito jr., JUAN CARLOS GÓMEZ LEYTON, EMILIO TADDEI Y ATILIO BORóN EN LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UBA.
Brasil en Debate. Al referirse al tema, Boito Jr. comentó que: “La coyuntura brasileña presenta hoy una gran complejidad, que está inmersa en un cuadro mayor, que implica un período donde en Brasil hay una división muy clara entre el campo político neodesarrollista y el campo neoliberal ortodoxo. Digo neoliberal ortodoxo porque el campo neodesarrollista no ha roto con el neoliberalismo, pero lo ha moderado, lo ha reformado, y ésta es la división principal, a mi manera de ver”.
A su vez, siguiendo con el marco de análisis marxista, Boito Jr. relacionó la articulación social de cada campo de pensamiento. Así marcó: “El neodesarrollismo no es simplemente una corriente de pensamiento, cualquiera que sea la crítica, ella tiene, como todas las corrientes importantes de pensamiento, vínculos en la política y en la sociedad con los intereses sociales económicos de las clases. El neodesarrollismo está estructurado con la gran burguesía interna brasileña, que es una fracción de la burguesía brasileña, representa a esta fracción, pero se apoya en sectores populares, que la política neodesarrollista atiende también”.
Como reflexión, Boito Jr. sostuvo que neoliberalismo se ha extendido con tanta fuerza: “Porque hay una selección crítica de las ideas, que se han tomado las ideas neoliberales por el gran capital financiero internacional, que en Brasil la fracción de la burguesía está integrada a este capital. Por eso, también el neoliberalismo representa mucho más que una escuela de pensamiento, independiente de la conciencia de los neoliberales, y lo que importa es esta vinculación para el análisis de la política brasileña. Representa a esa fracción de la burguesía, pero se sustenta en un sector que no pertenece a la clase dominante, las capas ricas de las clases medias”.
Esta división lleva a diferentes discusiones en el campo socialista y marxista de Brasil sobre cómo deben ubicarse las clases populares. En tal sentido, Boito Jr. comentó que existen dos grandes posiciones: “Una que dice que hay que quedar fuera de esta división, porque tenemos de un lado una fracción de la burguesía, del otro lado, otra; o bien tenemos élites de los dos lados; o bien tenemos capitalismo de los dos lados, las clases populares deben quedar fuera de este juego. Las organizaciones o los intelectuales que eligen esta opción son aislados en la política en Brasil, no logran crecer, no logran una acumulación. (…) La otra posición dice que hay tomar partido entre estos campos, porque a pesar de ser una división al interior de la burguesía, esto no es indiferente para las clases populares. Este es un debate presente de máxima importancia en Brasil”.

El neodesarrollismo está en crisis. El dato más relevante, Boito Jr. lo marcó al sostener que la novedad en esta coyuntura brasileña es que el frente político neodesarrollista está en crisis, a su entender porque “las contradicciones en el interior de este frente político han sido siempre muy agudas, porque es un frente muy heterogéneo, donde tenemos una fracción de la burguesía, una de la más grande, tenemos clases medias también, junto a campesinos, obreros y trabajadores marginales, con intereses muy dispares. Ha habido siempre contradicciones pero en esta coyuntura particularmente después de 2013, se exacerbaron. Este es un primer elemento de la crisis del frente político neodesarrollista”.
Refiriéndose a la crisis, Boito Jr. atribuyó su aceleración a tres condiciones generales: la retracción del crecimiento económico, sumado a la aproximación de las elecciones, que a diferencia de 2006 y 2010 se realizan en un contexto de recesión, y a la presión de Estados Unidos en América latina. Según el brasileño: “No es solamente en Venezuela que el gobierno norteamericano coloca su dedo, no es solamente allá, es también en Argentina y en Brasil, de manera diferente, es verdad. En Brasil hay una presión enorme del FMI, que un mes sí y otro no, emite documentos contra la política económica del país, lo que provoca que el riesgo internacional presione para abajo la impresión de la evolución de la economía brasileña, a lo que se suma la presión de la prensa internacional, etc., etc., etc.”.
Sin embargo, Boito Jr. centró el problema de la crisis en las contradicciones del frente neodesarrollista, que al describirlas comentó: “El movimiento sindical viene creciendo en su número de huelgas y en la obtención de aumentos salariales, que al estar subiendo mucho empiezan a perturbar los acuerdos que existen dentro del frente. El movimiento campesino, que ha recibido una política social específica de financiación pública, de mercados institucionales; pero los campesinos sin tierra, los pobres, ha recibido muy poco, casi nada de la política social del frente neodesarrollista. Y algo interesante de la crisis, es que hay toda una capa de las clases medias que pudieron llegar a la universidad gracias a la política educacional de los gobiernos del PT, pero que no encuentran ahora empleos en el nivel del que pensaban que podían encontrar. Esto estuvo en la base de las manifestaciones de junio de 2013. Y esto abre otro debate, porque no fue una manifestación juvenil, porque los campesinos o los obreros, todos son jóvenes en algún momento de la vida, aquí fue la juventud de una capa social específica, que es esta clase media trabajadora que ha alcanzado niveles universitarios”.
¿Qué hacer? A partir de la crisis del frente neodesarrollista, según Boito Jr. surgen interrogantes, “es un momento terminal del frente neodesarrollista, o al contrario, es que este frente político logrará recomponerse, y de lograrlo, se compondrá a derecha o a izquierda. Es que este frente abre una oportunidad para el avance del movimiento popular o al contrario”. A su vez, el brasileño alertó que las contradicciones “minaron el apoyo popular del frente neodesarrollista, y que han facilitado el ataque de las fuerzas de la reacción contra las políticas del frente. No estoy diciendo que las luchas populares le hacen el juego a la derecha, porque tenemos luchas en curso que el pensamiento crítico debe sustentarlas. Pero debo decir que sí hay luchas que son instrumentalizadas por la derecha, doy un ejemplo, tal vez el más importante, los grandes medios –la prensa, la radio, la televisión– han estimulado un movimiento contra la Copa del Mundo, ‘no va a haber Copa’, ésta era la consigna, un movimiento que no aportaba nada al movimiento popular y solamente desgastaba electoralmente la candidatura del gobierno, del Partido dos Trabalhadores, y propiciando el crecimiento de los candidatos de la derecha”.

Dilma juega al ajedrez

http://sur.infonews.com/notas/dilma-juega-al-ajedrez

Observatorio Política Brasileña

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